CRECIMIENTO ECONÓMICO PARAGUAYO Y RECURSOS NATURALES
(Prof. Milagro K. Páez)
Recientemente el Banco Mundial publicó su informe “Perspectivas para la Economía Mundial” en el que vaticina tres años consecutivos de crecimiento económico para el Paraguay en el período 2010-2012 con tasas anuales que oscilarían el 5%. Un desempeño nada despreciable.
Como estudiante de economía pronto aprendí que un elevado crecimiento no siempre va acompañado del mayor desarrollo posible, es decir, de mejoras efectivas en el nivel de vida de todos los habitantes o al menos de la mayoría y que es necesario adoptar políticas que permitan que un mejor desempeño económico en términos numéricos se refleje en una mejora cualitativa para los habitantes de un determinado país.
Ante estas situaciones me pregunto: ¿qué se debe hacer para que esta bonanza en la economía se traduzca en un mayor desarrollo a nivel nacional?
Obviamente tres años de crecimiento no son suficientes para convertir al Paraguay en un país desarrollado. La cuestión no es esa. Lo que se busca plantear es saber aprovechar las oportunidades que se generarán en ese período para avanzar hacia una mejor situación a corto y largo plazo.
Afortunadamente para responder estas cuestiones se cuenta con una sólida teoría económica que expone las recetas que deben aplicarse para dirigir una nación a mayores niveles de desarrollo. Paul Samuelson (Premio Nobel de Economía 1970) aconseja actuar en cuatro frentes: los recursos naturales, los recursos humanos, la formación de capital y el cambio tecnológico e innovaciones.
En cuanto a los recursos naturales, el mencionado autor afirma que la tierra se presenta como el recurso natural más importante para un país en desarrollo. Por ello aboga por un uso adecuado de la misma cuidando todo lo que se refiere a la conservación, uso de fertilizantes y cultivo propiamente dicho. También se preocupa por la propiedad de la tierra argumentando que cuando el agricultor es dueño de la tierra tiene mayor incentivo para invertir en capital y tecnología y así aumentar la productividad de la misma.
Observando el caso Paraguay, país con suelo abundante y fértil, sugerimos fuerte apoyo a los productores del campo tanto los grandes como los pequeños brindando estabilidad política y seguridad jurídica, impuestos razonables, créditos accesibles, política exterior que procure mayores oportunidades de negocios y por último, tal vez la más difícil de todas las tareas, una distribución más equitativa de la tierra.
En este punto tal vez muchos se pregunten: si se sabe qué hacer por qué no se hace. Esa ya no es una cuestión económica, es una cuestión política y como tal, dentro de una democracia como la nuestra, debe resolverse en el marco de las urnas pero aún esta sencilla premisa tiene sus serias complicaciones.
Ante estas situaciones me pregunto: ¿qué se debe hacer para que esta bonanza en la economía se traduzca en un mayor desarrollo a nivel nacional?
Obviamente tres años de crecimiento no son suficientes para convertir al Paraguay en un país desarrollado. La cuestión no es esa. Lo que se busca plantear es saber aprovechar las oportunidades que se generarán en ese período para avanzar hacia una mejor situación a corto y largo plazo.
Afortunadamente para responder estas cuestiones se cuenta con una sólida teoría económica que expone las recetas que deben aplicarse para dirigir una nación a mayores niveles de desarrollo. Paul Samuelson (Premio Nobel de Economía 1970) aconseja actuar en cuatro frentes: los recursos naturales, los recursos humanos, la formación de capital y el cambio tecnológico e innovaciones.
En cuanto a los recursos naturales, el mencionado autor afirma que la tierra se presenta como el recurso natural más importante para un país en desarrollo. Por ello aboga por un uso adecuado de la misma cuidando todo lo que se refiere a la conservación, uso de fertilizantes y cultivo propiamente dicho. También se preocupa por la propiedad de la tierra argumentando que cuando el agricultor es dueño de la tierra tiene mayor incentivo para invertir en capital y tecnología y así aumentar la productividad de la misma.
Observando el caso Paraguay, país con suelo abundante y fértil, sugerimos fuerte apoyo a los productores del campo tanto los grandes como los pequeños brindando estabilidad política y seguridad jurídica, impuestos razonables, créditos accesibles, política exterior que procure mayores oportunidades de negocios y por último, tal vez la más difícil de todas las tareas, una distribución más equitativa de la tierra.
En este punto tal vez muchos se pregunten: si se sabe qué hacer por qué no se hace. Esa ya no es una cuestión económica, es una cuestión política y como tal, dentro de una democracia como la nuestra, debe resolverse en el marco de las urnas pero aún esta sencilla premisa tiene sus serias complicaciones.
Seja o primeiro a comentar
Publicar un comentario
Escriba su comentario